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miércoles, 8 de diciembre de 2010

BREVE HISTORIA SOBRE SEGURIDAD CIUDADANA



En la historia del Perú, si pensamos en qué momento aparece el “sereno”, pues debemos remontarnos al año 1555. En dicho año el virrey Andrés Hurtado de Mendoza dispuso aplicar en Lima el servicio de “serenos”, en uso en España para cuidar —especialmente en las noches— las dependencias más importantes. En realidad, los alguaciles de capa y espada encargados del orden no dependieron del Virrey sino del Cabildo, pero recibían consignas del Jefe de la Guardia Virreinal. Ganaban cuatro reales al mes. Durante el tiempo que tuvieron vigencia, casi pusieron fin a los asaltos y emboscadas frecuentes en la época.
El Sereno estaba bajo las ordenes de la guardia del Virrey, apoyando el la seguridad, y percibía sus haberes por parte del Cabildo, sistema que se emplea en la actualidad con los Gobiernos Locales.
Cuenta Ricardo Palma en sus Tradiciones Peruanas que el Sereno era la persona que recorría las calles de lima, en la Colonia y al llegar las noches prendía los faroles que alumbraban las calles y que funcionaban con carbón y al amanecer los apagaba llevando consigo una campanita que lo identificaba como tal.
En mayo de 1842, la prefectura de Lima sacó a remate el ramo de Serenazgo, con la condición de que no se cobrase tributos muy altos.
Para 1879, sin embargo, los “serenos” habían desaparecido nuevamente, quedando una policía municipal con menos atribuciones.
Durante la República, dentro de las tarifas de alumbrado y baja policía que se expedían se mencionaba tímidamente al servicio de Serenazgo, sin que se llegue a concretar dicha contraprestación.
En abril del 1958, el entonces alcalde de San Isidro (Lima), Carlos Neuhaus Rizo-Patrón, reactivó el servicio de Serenazgo que, luego de una serie de debates, fue ratificado por el Concejo Provincial de Lima el 20 de noviembre de ese mismo año. Recién en 1990, el Concejo de San Isidro promulgó el edicto 9-90-MSI, que modificó las bases tributarias y las tasas de arbitrios de Serenazgo.
El ejemplo fue emulado, a los pocos meses, por el alcalde Alberto Andrade, en Miraflores, luego de lo cual prendería como reguero de pólvora en toda Lima Metropolitana.

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